La vida sin arte sería impensable. El arte es un espacio de construcción de conocimiento, de identidad, generador de sentidos de colectividad o de diferenciación. El arte no es sólo posibilidad de representación o lenguaje, objeto de mercado o bien simbólico, sino también experiencia vital que transforma a quien lo crea, a quienes interactúan en el proceso de creación, o con los frutos de esa experiencia.
Cada cultura, cada pueblo, crea huellas indelebles de su diversidad, de su memoria, de sus paradojas, de sus sueños o de sus expresiones, a través de prácticas artísticas comunitarias o en la creación individual o colectiva de profesionales que encuentran en el arte su forma y condición de vida.
El arte se retroalimenta a través del diálogo intercultural. Como fruto de la libertad creativa y espacio de expresión de las discrepancias y de lo imposible, del deseo y de los sueños, de la belleza y del horror, tiene el potencial de ser el mejor embajador para la promoción del entendimiento de los países y el fortalecimiento de una cultura de paz, viva y activa.
La 40 Conferencia General de la UNESCO, en noviembre de 2019, proclamó el Día Mundial del Arte como uno de los días a celebrar, a partir del 15 de abril de 2020. La propuesta nació en 2012, de la Asociación Internacional de Artes Plásticas, vinculada con la UNESCO. Se escogió el día del nacimiento de Leonardo da Vinci, dedicado a la pintura, la escultura, la música, la poesía, la arquitectura o la biología, un verdadero renacentista.
La conmemoración tiene un doble sentido: subrayar la importancia de desarrollar el pensamiento y la expresión artística desde temprana edad entre niñas, niños y adolescentes en sus ámbitos comunitarios o en las escuelas, sin importar si van a dedicarse o no al arte; así como reconocer el arte como derecho para todas las personas, para quienes viven con discapacidad, migrantes o personas privadas de libertad; para ciudadanías activas con expresión propia y posibilidad de interactuar con la creación histórica y contemporánea en diversidad. El acceso al desarrollo del pensamiento artístico puede hacer la diferencia en la calidad de vida de una persona y su capacidad de vivirla desde otra perspectiva.
También promueve el reconocimiento del papel vital que juegan quienes se dedican a la creación artística y su aporte de componentes sensibles, creativos e innovadores indispensables en la búsqueda de desarrollo sostenible.
Múltiples artistas, desde sus distintas subjetividades, biografías, experiencias y preocupaciones participan en la reflexión estética en torno a los dilemas de la humanidad en esta etapa de crisis sanitaria, de revoluciones en la recuperación de derechos y voz de las mujeres, de reapropiación y defensa del conocimiento y las tecnologías tradicionales por los pueblos indígenas y afrodescendientes. Las miradas artísticas respecto al presente y el futuro del agua, el deterioro del medio ambiente o de la vida animal, los aportes de la arquitectura en tiempos de desplazamientos humanos son campos en los que el arte y sus creaciones contribuyen a crear preguntas, narrativas y otros mundos posibles a partir de la experimentación que rompe fronteras entre disciplinas, estilos, géneros, soportes y nacionalidades.
En tiempos de pandemia, la creatividad y la expresión artística se han convertido en factores claves de resiliencia. El arte se ha asomado a ventanas, azoteas, a las pantallas de televisión y a las redes digitales en sitios donde el acceso lo permite, como parte de la salud pública de sociedades que no pueden ser condenadas a la sobrevivencia y la productividad, porque eso significaría una nueva forma de esclavitud.
Este Día Mundial del Arte conviene repensar cómo recuperar la vitalidad de la creación artística. Para ello, la UNESCO impulsó ResiliArt, un marco global para reflexionar en cada espacio civil, público o privado local, en torno a cómo fortalecer al sector artístico.
Acercar el arte a diversos grupos sociales es importante no sólo desde el punto de vista ético y político, como ejercicio libre de un derecho, sino también como condición para explorar nuevas estrategias de gestión y financiamiento.
El regreso paulatino y cuidadoso a la vida pública en museos, teatros y espacios públicos, la recapitulación de los aprendizajes derivados de la digitalidad, el impulso de nuevas formas híbridas de gestión y de experiencia artística, fruto de este año que vivimos en pandemia, así como la reflexión en torno a los nuevos escenarios de cooperación y coproducción internacional, son pasos en esa dirección.
Con información de Heraldo de México