Tras el #MeToo, ‘Un violador en tu camino’, las movilizaciones cada vez más multitudinarias del 8-M o los casos de violaciones grupales como el de ‘la Manada’, el feminismo se ha ido ganando poco a poco un espacio en nuestra realidad cotidiana y en los medios de comunicación. A pesar de ello, es un concepto con un largo recorrido histórico del que todavía muchas personas desconocen su significado y al que otorgan connotaciones negativas. ¿Sabemos realmente lo que quiere decir? Repasamos, con motivo del 8-M, la definición de este concepto tan a la orden del día y a la vez tan malinterpretado.
Definición de feminismo
A lo largo de los últimos años, la palabra feminismo ha ido tomando relevancia en muchos contextos, en algunos de ellos rodeada de una connotación negativa, hasta hacerse un hueco en cualquier debate político o de bar. El feminismo no es odiar a los hombres, ni querer la supremacía de las mujeres. No es una moda, aunque efectivamente, está de moda, es mucho más que eso. La Real Academia Española (RAE) define el feminismo como “el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre así como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”. Aún así, todavía hay cierta reticencia a declararse abiertamente feminista o a apoyar esta ideología por parte de algunos grupos a causa del desconocimiento de su significado.
No es un antónimo de ‘machismo’
El feminismo no busca la superioridad de la mujer respecto al hombre, sino que es la ideología que defiende la igualdad en aspectos sociales, culturales y económicos entre ambos sexos. A pesar de ello, la similaridad semántica de la palabra con el concepto de machismo hace que en muchas ocasiones adquiera un significado incorrecto en el que se la considera una especie de ‘antónimo’ de esta. En ese sentido, el error de interpretación más habitual del concepto ‘feminismo’ lo hace adoptar el significado que actualmente ostenta la palabra ‘hembrismo’.
El ‘hembrismo’, que no es un concepto recogido todavía por la RAE, es popularmente conocido como la palabra equivalente al machismo aunque en sentido contrario. Así, el ‘hembrismo’ impulsa la preponderancia de la mujer, mientras que el machismo privilegia al hombre y ninguno de los dos apuesta por la igualdad de género. Esta idea también suele vincularse al concepto de la misandria, que es el desprecio a los varones.
El feminismo en la historia
El concepto engloba una serie de movimientos, cuyo origen es “tan lejano como podamos encontrar luchas de mujeresprimero individuales en el seno de las ilustradas tertulias sobre la razón en el siglo XVIII, más tarde de grupo como el sufragismo”, asegura Mariela Fargas Peñarrocha, Profesora Titular de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona.
Así, es fácil adivinar que el feminismo no es un concepto unitario sino que engloba diferentes modalidades de una lucha que comparte un mismo fin. “Los feminismos procuran la visibilización y la transformación de las formas de opresión, dominación, segregación y otras violencias específicas que sufren todos los sujetos otros del hombre. La fuerza de transformación de los feminismos pone en cuestión toda fuerza de conservación de dichas formas de violencia. En ese sentido, toda propuesta que, en nombre del feminismo, subscriba formas sociales, económicas y políticas afines a la conservación y, por tanto, subscriba formas de opresión, dominación y segregación, debe ser cuestionada como feminista”, asegura Begonya Saez Tajafuerce, Coordinadora del Mínor de Gènere y del Master Mundus Phiafec de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Muchos consideran que el feminismo está viviendo actualmente su ‘época de oro’ por la notoriedad que ha adquirido en la vida cotidiana, pero también existe mucha discrepancia al respecto. “Lo que existe es un potente activismo feminista en la red gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, que desvelan con enorme rapidez y difusión historias concretas de luchas o de sufrimientos. El hashtag visibiliza experiencias cotidianas, por ejemplo las relativas a la agresión sexual, la gente las explica, es una permanente denuncia pública”, asegura la profesora Fargas Peñarrocha.
El patriarcado, el enemigo del feminismo
“Lo que estamos viviendo es una época en que el sufrimiento que el sistema heteropatriarcal, específicamente en su declinación social, económica y política, es decir en el seno del capitalismo tardío, como sistema que sostiene y es corroborado a la vez por el sistema neoliberal, y todas las formas de violencia que comporta no se soportan más”, asegura la profesora Saez Tajafuerce. Y zanja: “El feminismo viene a poner en evidencia esa violencia estructural, no sólo contra las mujeres sino también contra lxs migrantes, los animales, la tierra, etc. y a combatirla.”
Por ello, antes de hablar de feminismo hay que hablar de patriarcado, asegura Nerea Pérez en su libro ‘Feminismo para torpes’ (ed. Planeta). Según la historiadora Gerda Lener, que se ha ocupado de estudiar las relaciones entre hombres y mujeres desde el año 6.000 antes de Cristo hasta el #MeToo. “El patriarcado es la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños de la familia, y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres de la sociedad en general”, asegura Lener. Así, el patriarcado es “todo un sistema históricamente construido que se basa en la supremacía del varón que ejerce un liderazgo indiscutible sobre el poder o la propiedad, perpetuando el control de sus recursos mediante prácticas de violencia. Ya en los años setenta del siglo XX el feminismo radical colocó al patriarcado en el centro de la opresión de las mujeres”, asegura la profesora Fargas Peñarrocha.
Con información de El Periódico